Vistazo 21/09/2018
LA IDEOLOGIZACIÓN por vía de la propaganda es una de las experiencias más negativas que implantó el correísmo.
El conflicto con la petrolera Chevron fue convertido en una bandera bajo el principio de que había que defender la soberanía.
El Estado asumió la demanda en forma demagógica y cometió un gran error. Aplicó la receta propagandística sin reservas. Gastó millones en la defensa jurídica y contrató artistas y personajes internacionales para testimonios teatrales.
Ahora las cosas han cambiado. El fallo del tribunal arbitral exige un pago cuantioso e inmanejable para un gobierno en aprietos económicos.
Los fallos arbitrales no admiten apelaciones. Según el Procurador del Estado habría una sola posibilidad de reclamo en juzgados de los Países Bajos.
Pero, arrastramos una historia de coimas, peritos pagados y más, que dificultará las cosas. En todo caso, la decisión del Tribunal en cuanto al monto, no admite negociación.
Cualquier negociación razonable hubiese sido posible antes, mientras el juicio estuvo en manos de las comunidades amazónicas. Una negociación sin propaganda, sin demagogia ni provocaciones.
El Estado dice ahora que exigirá la remediación ambiental, pero, hay un acuerdo de 1995, firmado por Ecuador y Chevron, según el cual la remediación ya está realizada. Aparte, Chevron fue socia de Petroecuador, cuando se llamaba Texaco y cuando se produjeron los daños ambientales.
La demanda de la compañía Occidental ya nos dejó una costosa lección. Esta es una más. La política es algo más que la propaganda. Ojalá aprendamos algún día.
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