Caso Chevron
El caso Chevron-Texaco en Ecuador: Waterloo político de Rafaél Correa?
Las Armas de Coronel 25/04/2011
Foto: Las Armas de Coronel
No es imposible que el juicio en Ecuador contra Chevron haya comenzado porque en la mente de algun idealista, de los pocos que parecen quedar en el mundo, se haya incubado la idea de que una empresa todo poderosa – Texaco – había perjudicado a miles de inocentes indígenas ecuatorianos y que debía pagar por ello. Ese idealista pensó que la mejor manera de implantar justicia era hablar en nombre de las víctimas. La lista de los acusadores de Chevron-Texaco es larga y todos parecen pertenecer a una gran familia indígena convencida por alguien, idealista o no, sobre la necesidad de actuar.
Ese primer paso tuvo que ser seguido por acciones de naturaleza más práctica. Era necesario tener un abogado para que el caso pudiera progresar. Se buscaron un joven abogado graduado en Harvard, Steve Donziger, que pudiera representarlos, pensando que un profesional estadounidense, posiblemente conocido por, o hasta amigo del Presidente Obama, podía ayudarlos en su cruzada. El asunto no era fácil. Desde que Texaco (ahora parte de Chevron) había operado en Ecuador hasta el momento de entablar el juicio habían transcurrido más de 20 años. Cuando Texaco se ausentó de Ecuador, con el finiquito de su gestión aprobado por el gobierno del país, las operaciones en el área fueron llevadas a cabo por la empresa PetroEcuador, propiedad del estado ecuatoriano. Aún quienes no son expertos petroleros pueden ver el problema de culpar a alguien de un crimen ecológico, cuando ya el acusado tiene dos décadas fuera del sitio del crimen, el cual ha sido ocupado por otro @@actor@@ quien ha permanecido activo en el sitio. Como establecer que el daño que pudiera existir era responsabilidad de quienes ya tenían 20 años de haberse ausentado y no de queienes habían actuado allí por los últimos 20 años?
Peor aún, antes de salir Texaco del país ya PetroEcuador era el accionista mayoritario de la operación, la vigilaba y la aprobaba, por lo cual cualquiera reclamación pertinente tendría que ser, forzosamente, y en todo caso, en contra de ambos socios, no uno de ellos . Sin embargo, desde el inicio los acusadores hicieron saber que iban contra Chevron-Texaco y que nunca irían contra PetroEcuador, la empresa ecuatoriana. Esto comenzaba a oler mal.
Luego, cuando comienza el juicio y hay que nombrar un experto que evalue lo sucedido, la corte ecuatoriana selecciona a una persona sin credenciales técnicas o profesionales suficientes para encarar con éxito la compleja evaluación. Desde que ví las credenciales de ese personaje yo sabía que no podía hacer un trabajo profesional y me pregunté como había llegado a ser designado. Pero no me imaginé lo que se estaba cocinando. Ahhora se sabe que el experto, en realidad, estaba conspirando con la parte acusadora para elaborar una evaluación incriminatoria contra Chevron-Texaco. Lo que resultó fue un documento elaborado por gente pagada por los acusadores donde el “experto” pedía una indemnización de unos $27.000 milloones de Chevron-Texaco, posteriormente elevada a más de $100.000 millones de manera absurda. La defensa de la empresa acusada ha ido desenrrollando, paciente y persistentemente, el hilo de una gran trama conspirativa, la cual llevó al abogado acusador y a sus colegas ecuatorianos y sus cómplices, a escribirle parte o todo el documento de evaluación al “experto” de la corte y llevó al abogado Donziger a planificar acciones intimidatorias contra los jueces de la causa y a establecer contactos poco ortodoxos con funcionarios del gobierno de Ecuador, todo ello con el fin de ganar el juicio por las buenas o por las malas. Esas andanzas gangsteriles de Donziger han sido ampliamente documentadas en videos y por el acceso de la defensa a sus papeles privados. El gobierno del Ecuador, actuando a favor de los acusadores, intervino de manera abierta e impúdica en el juicio, amenazando a los jueces de represalias si decidian a favor de los acusados y, en general, promoviendo un clima de opinión en Ecuador favorable a la parte acusadora. Como resultado de este clima intimidatorio creado por el abogado Donziger y por el gobierno de Rafaél Correa, el juez ecuatoriano ha “condenado” a Chevron-Texaco a pagar una exhorbitante suma de dinero por concepto de indemizaciones por daños ambientales.
En paralelo, sin embargo, Chevron-Texaco se ha dado a la tarea de desenmascarar a Donziger y a sus cómplices. Videos, documentos, memos, cartas, han sido revelados, los cuales muestran la increíble dimensión de la conspiración contra los acusados. Lo que ya se conoce demuestra que Donziger, su grupo de abogados en Ecuador y en USA, los consultores a su servicio en Ecuador y en USA, el ‘experto” de la corte, algunos funcionarios del gobierno de Correa y hasta el mismo Correa, a través de frecuentes declaraciones públicas, han sido parte de esa gran conspiración para tratar de, literalmente, asaltar a una empresa petrolera y quitarle miles de millones de dólares de manera fraudulenta.
Lo último que ha salido a flote es la conspiración entre la corte ecuatoriana y la parte acusadora, la cual se hace aparente de la comparación de documentos recientemente hallados entre los archivos privados de los acusadores con el texto de la decisión judicial. Ese texto reproduce componentes contenidos en los archivos privados de los acusadores que solo podían ser conocidos por la Corte mediante una conexión estrecha entre ellos, una verdadera confabulación. Entre los hallazgos figuran, entre otros, códigos para muestreo de datos que solo figuraban en los archivos de la parte acusadora y fueron utilizados en el texto de la decisión judicial; la repetición de errores que figuran en los archivos de la parte acusadora en la decisión judicial y los resultados erróneos de laboratorio erróneos que se repiten an la decisión judicial.
La firma Patton Boggs de Washington, al servicio de la parte acusadora, ha tratado sin éxito, de entorpecer la acción de Chevron-Texaco en las cortes de los Estados Unidos. Esta es una firma que ha estado en el pasado al servicio de diversos gobiernos de dudosa reputación en todo el planeta.
Hoy en día parece no existir ninguna corte internacional que pueda validar la decisión adversa a Chevron decidida por la confabulación ecuatoriana. Cada día que pasa engorda el expediente contra Ecuador, contra Dozinger y contra los abogados y financistas estadounidenses que se han prestado a este inmenso fraude. La misma presidencia de Correa estará expuesta a cargos de corrupción, conspiración e intentos de extorsión en este caso. No hay dudas de que estamos ante un caso que pudiera constituír un Waterloo político para Rafaél Correa. Cuando esto se combina con lo encontrado en las computadoras de Raúl Reyes (ahora está siendo publicado en su totalidad) Correa tendrá mucho que explicar sobre su honestidad a la opinión pública internacional. Correa hace lo que quiere en Ecuador pero ello no significa que el mundo lo vaya a aplaudir.
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