El Nuevo Herald 12/06/2015
Foto: El Nuevo Herald
QUITO
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, no imaginó que su idea de subir los impuestos a las herencias engendraría un enemigo de varias cabezas - ricos, alcaldes, empresarios y gente de clase media -, capaz de desafiarlo en las calles a dos años de nuevos comicios.
Impulsor del llamado socialismo del siglo XXI, Correa encendió la mecha del malestar con su proyecto de ley para “redistribuir la riqueza”, que prevé gravar los patrimonios heredados superiores a 35,400 dólares de forma progresiva, es decir, que a mayor legado mayor impuesto.
Los herederos pagan actualmente tributos a partir de los 68,800 dólares.
Desde el lunes se han realizado a diario concentraciones de apoyo o en rechazo al mandatario, de visita oficial en Bruselas, en ciudades importantes como Quito, Guayaquil y Cuenca. Salvo por algunos altercados entre manifestantes, no se han registrado incidentes mayores ni detenidos.
La iniciativa, que deberá ser aprobada en julio por el Congreso de mayoría oficialista, es considerada por sus críticos como un castigo al éxito económico y al patrimonio familiar en una sociedad tradicionalmente conservadora, y ha lanzado a miles de personas a protestar en las calles, hasta ahora feudo del oficialismo.
Gremios empresariales, políticos, personas acaudaladas y de clase media encabezan el renovado frente antiCorrea. Los alcaldes opositores de Quito y Guayaquil también piden el retiro del proyecto, mientras el gobierno acusa a un sector de la prensa de sobredimensionar el respaldo a las protestas.
“El impuesto a las herencias es un robo”, dijo una mujer de 60 años que evitó ser identificada por temor a represalias mientras gritaba “fuera Correa, fuera”.
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