PanAm Post 06/05/2015
Foto: PanAm Post
El autodenominado "presidente del pueblo ecuatoriano" no tolera ni un leve disenso
En las manifestaciones del 1 de mayo, seguidores de Rafael Correa llevaron un ataúd con un cadáver falso y fotos de periodistas que se atreven a desafiar al presidente de Ecuador. (@ResistenciaEC1)
En 2014, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, dio una incómoda entrevista en la Universidad de Harvard, en Massachusetts, con un nivel de inglés que ponía en duda sus cuatro años como estudiante en Illinois. Más allá de la distracción de su comportamiento nervioso, un pasaje en particular debería haber hecho sonar todas las alarmas.
Estados Unidos es un país muy exitoso … con valores muy importantes; pero no necesariamente estos valores son valores universales … Por ejemplo, la definición de la libertad de prensa —libertad de expresión para difamar, etc, al presidente. Bueno, esa es la opinión americana: alguien que calumnia no tiene que ir a la cárcel.
Este afán de perseguir a la gente por expresar una opinión distinta a la del presidente es suficientemente malo en sí mismo, pero es solo el comienzo cuando se trata de Correa. Su hipersensibilidad y tendencias autoritarias han impuesto una nube de censura y han generado una intimidación generalizada en todo el país.
Correa cubre todos los tonos de la censura, desde la persecución de periódicos y caricaturistas con los que no está de acuerdo, hasta la creación de troll centers en las redes sociales para callar a los críticos.
Sus seguidores han logrado bloquear contenido en Facebook y YouTube, y son conocidos por sus tácticas intimidatorias que van más allá de las fronteras ecuatorianas.
La Ley de Comunicación de 2013 define la información como un bien público y la comunicación como un servicio público, para justificar todo tipo de intervención y redistribución. Para los medios de comunicación privados, por ejemplo, solo se permite un tercio del espectro radioeléctrico —el resto va a los medios de comunicación estatales y los medios “comunitarios” aprobados. Con el campo de juego tan fuertemente inclinado a favor del aparato estatal de Correa, los medios independientes y pluralistas han quedado en el camino.
Finalmente, después de años, Correa ha comenzado a atraer la atención internacional, incluida la condena de la Sociedad Interamericana de Prensa y un segmento en el show cómico estadounidense Last Week Tonight con John Oliver.
Oliver destacó acertadamente este absurdo y avergonzó a Correa, por lo que uno podía esperar que el presidente diera marcha atrás e intentara pasar desapercibido por un tiempo. No necesariamente. Buscó subir el tono y procedió a condenar a Oliver en su propio programa de televisión, el Enlace Ciudadano.
Sin embargo, su último ataque a la libertad de expresión hace que su nivel de mezquindad es difícil de creer. También muestra hasta qué punto puede llegar el presidente ecuatoriano a la hora de hacer cumplir su condición de Todopoderoso.
Durante las celebraciones del 1 de Mayo en Quito, un joven de 17 años de edad hizo la señal de “la yuca” (un gesto obsceno con el dedo medio) a la caravana de Correa. El presidente no sólo detuvo el auto y salió a confrontar al adolescente, sino que además ordenó su arresto. Ahora Luis Calderón está cumpliendo con una sentencia de servicio comunitario.
Si bien podríamos estar tentados simplemente a reírnos de Correa y su comportamiento infantil, silenciar a un pueblo no es ninguna broma. Correa quiere continuar su agenda socialista —la “revolución ciudadana”— más allá de sus ocho años en el cargo, y está presionando para lograr una enmienda constitucional que le permita la reelección indefinida. Además, las autoridades electorales “independientes”, convenientemente, no permiten que el asunto se decida por la vía de una consulta popular.
Con semejante control de los medios de comunicación, y un extendido aparato estatal bajo su poder, Correa podría llevar a cabo un golpe así. No obstante, el descontento va en aumento, en medio de una economía centralmente planificada y vacilante, al tiempo que Correa y sus partidarios se vuelven cada vez más paranoicos. El viernes, durante las protestas del Día del Trabajador, incluso recurrieron a hackear la web del diario La República, mientras transmitía en vivo la marcha de oposición.
¿Se convertirá Ecuador en otro desastre de la Alianza Bolivariana? Esto está en juego, por lo que es precisamente ahora cuando los ecuatorianos y sus aliados en el extranjero deben levantar la voz, hacer brillar la luz de la rendición de cuentas, y desafiar la agenda de la censura.
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