The New York Times 26/12/2018
La presa Coca Codo Sinclair. Foto: The New York Times
Desde hace décadas los funcionarios advierten que la construcción de la represa es un peligro. Los geólogos dicen que un terremoto podría acabar con ella.
Ahora, tan solo dos años después de su inauguración, han aparecido miles de fisuras en la presa. La reserva está obstruida por sedimentos, arena y ramas de árboles, y la única ocasión en la que los ingenieros trataron de regular las instalaciones para que corriera a toda su potencia, estas se sacudieron con violencia y ocasionaron un cortocircuito en la red eléctrica nacional.
Se suponía que esta presa gigantesca en la selva, financiada y construida por China, comenzaría a hacer realidad las ambiciones de Ecuador: solventar sus necesidades de energía y ayudar a sacar al país de la pobreza.
En cambio, se ha vuelto parte de un escándalo nacional que envuelve al país en corrupción, cantidades peligrosas de deuda y un futuro muy ligado a China.
Casi todos los funcionarios ecuatorianos de alto nivel involucrados en la construcción de la presa se encuentran en prisión o han sido sentenciados por delitos de corrupción. Entre ellos están un exvicepresidente, un exministro de Electricidad e incluso el excontralor general del Estado que supervisaba el proyecto y aparece en una grabación hablando sobre sobornos chinos.
Encima está el costo del proyecto: cerca de 19.000 millones de dólares en préstamos chinos, no solo por esta presa —conocida como Coca Codo Sinclair— sino también por puentes, autopistas, sistemas de irrigación, escuelas, clínicas y media decena de otras represas; préstamos que el gobierno tiene problemas para pagar.
No importa si Ecuador puede costear esos proyectos: China cobrará de cualquier modo.
Para liquidar, China puede quedarse con el 80 por ciento de la exportación más valiosa de Ecuador, el petróleo, porque muchos de los contratos se liquidan con crudo y no con dólares. De hecho, China obtiene el petróleo con descuento y luego lo vende con una ganancia adicional.
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