The Economist 08/03/2014
The Economist
"Este caso es extraordinario. Los hechos son muchos y muchas veces complejos. Incluyen cosas que normalmente sólo se ven en Hollywood". Así escribió Lewis Kaplan, un juez federal estadounidense, en su veredicto de 485 páginas al estilo de John Grisham, presentado el pasado 4 de marzo.
Durante el proceso, Kaplan encontró que el juicio contra Chevron en Ecuador, donde se le impuso el pago de miles de millones de dólares, se había obtenido “a través de medios corruptos", y ha emitido una censura contra Steven Donziger, un destacado abogado de Nueva York, que había llevado el caso contra el gigante petrolero.
El fallo, en la demanda civil presentada por Chevron, le ofrece una significante reivindicación a la empresa, que optó por luchar en lugar de ceder a las presiones, como reaccionan habitualmente las grandes compañías, que prefieren aceptar un acuerdo fuera de la corte a fin de minimizar la mala publicidad que se genera.
En 2011, un tribunal ecuatoriano había ordenado a Chevron pagar $19.500 millones - más tarde esa cifra se redujo a $9.500 millones - para limpiar el daño ambiental en el campo petrolero Lago Agrio, en la región amazónica, un daño que supuestamente, fue hecho hace más de 20 años por una división de Texaco, una firma más pequeña que Chevron compró en 2001. Su supuesta responsabilidad por las condiciones miserables en que viven los habitantes de la selva tropical, se ha convertido en una causa respaldada por celebridades como Mía Farrow y Trudie Styler, por grupos ambientalistas y por el Presidente de Ecuador, Rafael Correa. (Un gobierno ecuatoriano anterior, ya había declarado que Texaco había cumplido con la responsabilidad legal de limpiar la zona afectada). En octubre pasado, Correa acusó a The Economist de “mentir descaradamente" y de actuar en nombre de Chevron debido a que publicamos los informes del caso. Alegaciones que rechazamos con firmeza.
En su fallo, el juez Kaplan también incluyó un comentario sobre las acciones del señor Donziger y dos de sus clientes ecuatorianos. Kaplan dictaminó que a ninguno de los tres se les permitirá beneficiarse de la sentencia que "han obtenido en Ecuador por medios corruptos". Entre otras cosas, el juez encontró que en la evidencia fraudulenta que habían presentado en la corte ecuatoriana, el principal experto "independiente" era en realidad pagado por el equipo de Donziger; el juez ecuatoriano había sido forzado y otro, sobornado; los jueces americanos habían sido intimidados y el señor Donziger y sus clientes controlaban el organismo, al cual se ordenaron pagar los daños.
El juez describió al señor Donziger como el “comandante principal" de una "empresa" criminal que también incluía a los grupos ambientalistas y equipos de relaciones públicas, bufetes de abogados y consultores, quienes pretendían lanzar una campaña de alto perfil con falsas acusaciones para extorsionar a Chevron.
Ahora, tras el juicio y la sentencia de Kaplan, Donziger planifica apelar la decisión. Argumenta que el proceso se basó en la evidencia de un juez ecuatoriano que ha admitido haber sido pagado por Chevron. La decisión del juez Kaplan admite que hay problemas de credibilidad con ese testimonio, pero asegura que el resto de la evidencia es suficiente como para apoyar sus conclusiones. Irónicamente, algunas de las pruebas consideradas más condenatorias del Sr. Kaplan vinieron de las tomas descartadas de "Crude", un documental sobre el caso Lago Agrio que fue hecho a petición del abogado Donziger.
El fallo no deshace la decisión de la corte ecuatoriana. Sin embargo, Chevron espera, por lo menos convenza a los jueces de otros países, entre ellos Argentina, Brasil y Canadá, para que no utilicen la decisión del tribunal de Ecuador para hacer valer los reclamos contra los activos de la petrolera en sus respectivas naciones.
El juez Kaplan no llegó a ninguna conclusión sobre si Chevron tenía o no alguna responsabilidad en cuanto a los daños ambientales dejados en Ecuador. En su lugar, Kaplan señaló que el mal comportamiento del señor Donziger y sus clientes, ha hecho que la verdad en este asunto, probablemente nunca se sepa. Como insinúa Kaplan, este caso parece haberse escrito para Hollywood, pero con una gran diferencia: en esta ocasión, la víctima no es el abogado valiente, sino la gran compañía petrolera.
Esta es una traducción no oficial realizada por Chevron. El artículo original en inglés puede ser visto aquí.
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