New York Times 24/07/2015
Foto: New York Times
EL CHACO, Ecuador – Ahí donde las laderas de los Andes se unen con la selva del Amazonas, cerca de 1000 ingenieros y trabajadores chinos vierten concreto para una represa y un túnel subterráneo de 24 km. El proyecto de $2,2 mil millones de dólares surtirá con agua de río a ocho turbinas gigantes chinas, diseñadas para producir suficiente electricidad para alumbrar a más de una tercera parte de Ecuador.
Cerca del puerto de Manta, en el océano Pacífico, los bancos chinos están en negociaciones para otorgar un préstamo de $7 mil millones de dólares para la construcción de una refinería petrolera, lo que convertiría a Ecuador en un actor clave en la producción de gasolina, diesel y otros derivados de petróleo a nivel global.
En todo el país, en caseríos y pueblos, se van a construir caminos, carreteras, puentes, hospitales, e incluso una red de cámaras de vigilancia que llegará hasta las Islas Galápagos, todo con dinero chino. Los bancos estatales chinos ya han invertido $11 mil millones de dólares en Ecuador, y el gobierno ecuatoriano aún pide más.
Ecuador es un país pequeño con 16 millones de habitantes y poca presencia en el escenario mundial. Sin embargo, la rápida expansión de la presencia china dice mucho sobre el cambiante orden global, pues Pekín avanza y Washington, gradualmente, pierde terreno.
Aunque China ha ocupado un lugar preponderante en la economía mundial durante décadas, ahora está ejerciendo su peso financiero con la confianza y el propósito de una superpotencia. Pekín ahora está afianzando agresivamente su influencia económica para ganar aliados diplomáticos, invertir su vasta riqueza, promover su moneda y garantizar acceso a los recursos naturales que tanto requiere.
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