El Financiero 24/02/2016
Foto: El Financiero
Documentar cada paso del proceso judicial que mostrara la lucha titánica contra una poderosa multinacional que había contaminado una región del amazonia ecuatoriano y provocado cáncer entre la población indígena, que construyera en el imaginario colectivo la batalla donde el débil derrotaba al poderoso, era demasiado atractivo para que Steven Donzinger, un experiodista graduado como abogado en Harvard, decidiera en 2005 que su litigio en Ecuador debía tener la propaganda como una herramienta adicional. Donzinger reclutó a un cineasta a quien le dio acceso prácticamente ilimitado para que lo siguiera todo el día y filmara todas sus reuniones de estrategia. La película se llamaría Crudo, un eufemismo de petróleo en la industria de hidrocarburos.
Donzinger nunca se imaginó que un error le costaría tan caro. Por descuido o soberbia, la victoria en la Corte ecuatoriana, que ordenó al gigante Chevron pagar nueve mil millones de dólares por la contaminación en una región del noreste de Ecuador, fue revertido por un tribunal en Estados Unidos. Un pasaje en Crudo, donde el cineasta Joe Berlinger filmó a Donzinger y a otro abogado de su equipo, Pablo Fajardo, mostró a Carlos Beristáin, que había sido contratado por el experto independiente nombrado por la Corte, Javier Cabrera, para que hiciera la evaluación ambiental en que se basó la sentencia contra Chevron, los iba a poner en entredicho.
Nadie reparó en lo que significaba que aparecieran Donzinger, Fajardo y Beristáin en la película, hasta que fue demasiado tarde. Beristáin, uno de los miembros del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes que coadyuva en la investigación sobre los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, apareció unos cuantos segundos en el filme, suficientes para cambiar el rumbo del juicio. En diciembre de 2008, un mes antes de que se empezara a exhibir en Nueva York la película, Donzinger recibió la versión del filme.
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