Abogados corruptos se inventaron un pueblo indígena, ‘los sansahuaris’, y mintieron sobre la desaparición de otro, los tetetes, como parte de su fraude contra Chevron en Ecuador./ Foto: cortesía
El principal abogado ecuatoriano detrás del fraude, Pablo Fajardo, acostumbra a manifestar que “los tetetes y sansahuaris se extinguieron por completo en los primeros años de operación de Texaco en la Amazonía”. Sus declaraciones falsas, parte esencial de la campaña difamatoria y fraudulenta contra Chevron, han quedado al descubierto.
Estudios antropológicos, como el escrito por Robert Wasserstrom, Susan Reider y Rommel Lara, señalan que ya para los años 50 los tetetes casi habían desaparecido debido al boom cauchero y a la guerra con otros grupos indígenas. Esto es décadas antes de la explotación petrolera en el nororiente ecuatoriano.
Desde 1885 hasta la década de 1920, los caucheros trabajaban en la zona y secuestraban o les disparaban a los tetetes. Así se señala en el estudio “El debilitamiento de la capacidad democrática: la creación de mitos y el desarrollo petrolero en la Amazonía ecuatoriana”, publicado en 2013.
Estos estudios también detallan que, en 1973, un misionero de EE.UU. confirmó que solo quedaba una familia aislada de tetetes.
Pero si las afirmaciones sobre los tetetes son disparatadas y distan de la realidad, las hechas sobre los sansahuaris caen en lo ridículo.
Según los estudios, los sansahuaris jamás existieron. El mito tomó vida propia cuando Fajardo y sus socios se inventaron el nombre para luego culparle a Chevron.
Búsquedas exhaustivas de registros misioneros y antropológicos no encontraron mención del grupo llamado Sansahuari. Hasta el 2003, cuando se inició la demanda contra Chevron en Lago Agrio, nadie jamás había mencionado a los sansahuaris.
Los abogados demandantes pasarán a la historia por haberle causado a Ecuador una derrota contundente en el Tribunal de Arbitraje de La Haya gracias a su falta de ética y a su corrupción.