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La justicia ecuatoriana llega a Canadá

National Post - Peter Foster 03/10/2014

Esta es una traducción no oficial realizada por Chevron, el artículo original en inglés puede ser visto aquí.

Ante cualquier disputa, la izquierda invariablemente toma partido en contra de las empresas, sin importar los hechos. Difícilmente podrá existir un ejemplo más único que el de un grupo de los que reflexivamente despotrican en contra de los negocios y están apoyando a un corrupto e indefendible “David” versus un justo "Goliat" corporativo, que el caso entablado por indígenas ecuatorianos en contra de la compañía con sede en California, Chevron Corp.

Lo que realmente este caso significa es un intento de un abogado estadounidense llamado Steven Donziger por lograr un muy jugoso pago al persuadir a Chevron de que sería más fácil llegar a un acuerdo que luchar contra las acusaciones falsas hechas en su contra. En lugar de ceder, Chevron ha dicho que peleará hasta que el infierno se congele para de allí continuar peleando desde el mismo hielo.

No solo aquellos ‘sospechosos’ generalmente ‘más verdes que uno’ como Danny Glover, Mia Farrow y Trudie Styler (la Sra. Sting) se han sumado a la causa, sino que el mismo Sindicato de empleados públicos de Canadá (CUPE, por sus siglas en inglés) también se ha unido recientemente a la contienda junto con el grandilocuente concejal de Toronto Joe Mihevc y las turbas pagadas de las ONG locales. Tales adhesiones se explican porque este cadáver maloliente ha venido a parar en Canadá.

Solo a finales de año se sabrá si esta estafa puede ser llevada ante la Corte Suprema en Ontario. Una corte de esta ciudad originalmente sentenció que mientras podría ser que existan motivos de falta de jurisdicción para permitir que el caso se ventile (una sentencia que no se pronunció sobre los mismos méritos del caso), tal ejercicio podrían constituir una pérdida de tiempo para las cortes. Esta sentencia fue revocada en apelación, lo que derivó en la respuesta positiva a la petición de Chevron para que la Corte Suprema emitiera su dictamen.

El caso está conectado con los daños ambientales supuestamente ocasionados en el Ecuador por Texaco, firma que Chevron adquirió en 2001. De hecho, cuando Texaco dejó de operar en la nación sudamericana en 1992, pagó por una remediación y fue liberada por las autoridades ecuatorianas de toda obligación futura.

Aquí entra en escena el Sr. Donziger, un antiguo compañero de clase de Barack Obama en el Harvard Law School, quien se presenta como un defensor de los oprimidos, mientras se vende a los financistas de litigios como una apuesta segura. En febrero de 2011 parecía ser que el Sr. Donziger había ganado el premio gordo. Un juez ecuatoriano otorgó una sentencia por daños de $18.000 millones (más tarde reducida a $9.500 millones).

Chevron inició entonces una demanda civil en los Estados Unidos y, en marzo pasado, la Corte de Distrito para el Distrito Sur de Nueva York dictó una impresionante sentencia contenida en 500 páginas, en la que declaró que la sentencia ecuatoriana era inejecutable en los Estados Unidos porque el Sr. Donziger la había obtenido a través de extorsión, lavado de dinero, fraude electrónico, violaciones contra la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero, manipulación de testigos y obstrucción de la justicia. El juez Lewis Kaplan determinó que “Las acciones indebidas de Donziger y de su equipo legal ecuatoriano serían consideradas ofensivas a las leyes de cualquier nación que promueva el Estado de Derecho”.

Canadá ha sido reconocida mundialmente por la facilidad con la que puede generar protestas y turbas anti compañías petroleras.

Lo que nos trae de regreso a Canadá y a preguntarnos por qué el Sr. Donziger y compañía podrían estar buscando dar curso a su caso aquí. La más obvia de las razones es que la subsidiaria de Chevron, Chevron Canadá tiene activos sustanciales en el país. Además, Canadá ha sido reconocida mundialmente por la facilidad con la que puede generar protestas y turbas anti compañías petroleras.

El caso presentado por el Sr. Donziger en Ontario está siendo promovido por el abogado de Toronto Alan Lenczner, quien ha deplorado la “degradación de la selva tropical” y hasta ha llegado a decir “Estuve allí y he sido testigo de la devastación”. Tal afirmación es poco convincente, al menos si se está refiriendo a devastación alguna causada por Texaco hace más de veinte años. Desde entonces, la compañía estatal Petroecuador ha continuado con sus operaciones en la región, así que cualquier devastación a la que haga referencia, seguramente será de responsabilidad de esta última.

Las compañías con frecuencia llegan a arreglos extra judiciales en este tipo de casos, en lugar de verse obligados a enfrentar interminables procesos judiciales y batallar en contra de oponentes que son mucho más diestros en manipular a los medios. Uno de los muchos y muy vergonzosos detalles revelados en el citatorio para la presentación de los correos electrónicos del Sr. Donziger, es la flagrante parcialidad de algunos periodistas, especialmente de William Langeweische de Vanity Fair.

Entre los periodistas empeñados en esta cruzada y que fueron literalmente absorbidos para que se pongan del lado de los “pequeños”, está Paul M. Barrett, quien en 2011 escribió un compasivo artículo para BusinessWeek. Sin embargo, en cuanto el Sr. Barrett ahondó en el tema perdió su simpatía, por lo menos por el Sr. Donziger. Su libro The Law of the Jungle (La Ley de la Selva) confirma la corrupción tanto del Sr. Donziger como del sistema judicial ecuatoriano, al igual que lo hace otra obra de reciente publicación, Crude Awakening (Un crudo despertar), por Michael D. Goldhaber.

El Sr. Donziger ha emprendido una campaña de desprestigio en contra del Sr. Barret y ha apelado la sentencia del juez Kaplan, aunque parecería ser que ahora está más empeñado en pelear para no ir a la cárcel que para beneficiar a sus clientes ecuatorianos.

En realidad podría ser que nos apene la situación de quienes están siendo explotados en este confuso lio; sin embargo, su dramática situación obedece al gobierno populista de Rafael Correa, así como a los irresponsables estándares de Petroecuador, más no a Chevron o a las compañías que le precedieron. Mientras tanto, podríamos medir la preocupación del Sr. Donziger por los indígenas a través del hecho de que intentó detener una limpieza del área contaminada por la empresa estatal porque estaba previsto que tendría un costo mucho menor, lo que haría que sus demandas se vieran aún mucho más ridículas.

Los anteriores cómplices del Sr. Donziger han ido alejándose paulatinamente y en tropel de este barco que se hunde. Uno se pregunta si quizás el Sr. Lenczner está preocupado por la afirmación hecha por Chevron en el sentido de que se “resistirá a cualquier intento de cobro y que no cejará en su empeño por lograr que a cualquiera que intente ejecutar la fraudulenta sentencia en otra jurisdicción se le aplique todo el rigor de la ley”. Patton Boggs, una de las firmas legales que anteriormente trabajó con el Sr. Donziger, ha aceptado pagar a Chevron $15 millones.

Hoy en día se considera que Chevron es el tema político de mayor interés en el Ecuador. El país supuestamente ha encargado a su personal diplomático seguir el caso, lo que aparentemente incluye apoyar protestas organizadas en Canadá por anti capitalistas que se alían con el supuesto ganador sin basarse en los hechos. Pero ya sea que el mundo necesite más Canadá, lo último que Canadá necesita es más Ecuador, o casos entablados por personajes como el Sr. Donziger.